“Ninguna tentación os ha sobrevenido excepto la que es común a la humanidad. Y Dios es Fiel; él no permitirá que seas tentado más allá de lo que puedas soportar. Pero cuando seas tentado, Él también proveerá una salida para que puedas soportarlo”.
1 Corintios 10:13
Meditación:
Dios nos ha bendecido con la capacidad de crear experiencias completas de la nada usando solo nuestra mente, pero como muchos de los dones de Dios, debemos tener cuidado de no abusar de ella.
La mayoría de nosotros hemos estado en un momento de nuestra vida en el que hemos tenido suficiente y terminamos cediendo a cada impulso tentador, cada indicio de deseo.
Salir de esta mentalidad requiere una comprensión del proceso de la tentación. Aunque no siempre lo parezca cuando llega la tentación, es un proceso gradual. ¡Ésto es una cosa buena! Significa que si nos damos cuenta de ello, podemos cortarlo en cualquier etapa.
¿Cuál es nuestra defensa contra la tentación?
La tentación comienza en nuestra mente, una persona tentada establece escenarios imaginados. Las fantasías pueden parecer inofensivas si las mantenemos en nuestra mente y no las llevamos al mundo real. Las fantasías también pueden llevarnos por un camino tortuoso, esclavizando eventualmente nuestras mentes. Nos quedamos atrapados, incapaces de pasar tiempo con Dios porque estamos enfocados en otra cosa.
¡Sin embargo, hay buenas noticias! Dios es fiel, y cuando le pedimos su ayuda, puede mostrarnos cómo escapar de nuestro encarcelamiento. La tentación comienza y termina en la mente, por lo que, con Dios como nuestro general, le hacemos la guerra. En lugar de fantasía, llenamos nuestra mente con la Palabra de Dios y nos alimentamos de ella diariamente para que nuestro pecado sea desarraigado y nuestros pensamientos transformados. De esta manera, somos liberados.
Oración:
Padre, mantén nuestra mente firme. Buscamos tu palabra para el sustento y estamos llenos, no necesitamos nada más. Mantén nuestra mente clara para que podamos continuar nuestras oraciones hacia ti. Mantén nuestros pensamientos puros para que seamos siervos justos a tus ojos. En el nombre de Jesús oramos, ¡Amén!
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