Crucificaron con él a dos criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda.... Lucas 23:32
Jesus dijo; “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”…Lucas 23:34
Sobre él había un cartel escrito que decía: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS... Uno de los malhechores que colgaban allí le lanzaba insultos: “¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti y a nosotros! pero el otro criminal lo reprendió. “No temáis a Dios”. dijo, “¿ya que estás bajo la misma sentencia? Somos castigados con justicia, porque recibimos lo que merecemos por nuestras obras, pero este hombre no ha hecho nada malo”. Luego dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a tu reino”. Jesús le respondió: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Lucas 23: 39-43
Meditación:
Esta frase es a la vez una afirmación y una pregunta. ¿Es Jesucristo mi rey, o tu rey y qué significa decir que sí?
A menudo nos reconforta escuchar la historia del "buen ladrón".... Pero ¿qué pasa con el otro criminal?
Ambos hombres parecen pensar que Jesús podría ser el Cristo, el Mesías, pero tienen actitudes muy diferentes al respecto. El primer hombre sólo piensa en salvarse a sí mismo y le dice a Jesús que salve su propia vida y la de ellos, mientras que el segundo es consciente de su pecaminosidad y sólo le pide a Jesús que se acuerde de él cuando venga a su reino. Cada vez que he reflexionado sobre esta, una de las últimas palabras de Jesús en la cruz, me hace pensar. ¿Es suficiente simplemente reconocer a Jesús como el Mesías, o necesitamos poner ese conocimiento en acción?
Una vez escuché a alguien decir que quien mejor conoce a Jesús es Satanás. ¡Así que supongo que saberlo no es suficiente! Si realmente aceptamos a Jesús como Rey, entonces nuestras acciones deben seguirlo. Nos inclinamos ante la voluntad de Dios y no la nuestra. Seguimos los pasos de Jesús; invocamos al Espíritu Santo para que nos guíe y suplicamos perdón cuando fallamos. Quizás sea necesario un compromiso renovado para que nuestras vidas den testimonio de nuestra fe. Y entonces nosotros también podríamos escuchar en la hora de nuestra muerte: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso".
Oración:
Querido Señor, recordamos el sacrificio que hiciste para que podamos ser salvos. Ayúdanos a vivir cada día con gratitud dejando que nuestras acciones y nuestras palabras sean testimonio del don de la salvación ganado para nosotros gracias a tu gran amor. En el nombre de Jesús oramos. Amén.
Autor: José Reyes
Comments