“Esposas, sométanse a sus esposos, como conviene en el SEÑOR. Esposos, AMEN a sus esposas y NO sean duros con ellas. Hijitos, OBEDECEN en todo a sus PADRES, porque esto agrada al SEÑOR. Padres, no amarguéis a vuestros hijos, para que no se desanimen… todo lo que hagáis, hacedlo de todo corazón, como para el SEÑOR, no para los amos humanos”.
Colosenses 3:18-21, 23
Meditación:
Estos versículos sirven como instrucciones sobre cómo debemos interactuar unos con otros dentro del cuerpo de Jesucristo.
Al final del día, el objetivo principal es que todos nosotros vivamos en armonía unos con otros, unidos en nuestro amor por Dios y por los demás. Pablo incluye orientación para diferentes tipos de relaciones, ayudando a los colosenses (y a nosotros) con la forma en que debemos tratarnos unos a otros.
Las esposas deben (sujetarse a) respetar a sus esposos, amarlos completamente, como amarían a Dios y a los esposos se les ordena hacer lo mismo. Prefiero usar 'respeto' en lugar de 'sumisión' porque Dios ama a hombres y mujeres por igual y no coloca a uno sobre el otro sino como UNO juntos. Pablo agrega que no deben amargarse ni enojarse el uno con el otro de ninguna manera, sino perdonar como Dios nos perdona a nosotros. Hay equilibrio dentro del matrimonio cuando se trata de amor y respeto. Desafortunadamente, algunas personas han tergiversado este versículo y otros similares para que signifiquen algo completamente diferente.
Se instruye a los hijos a amar y obedecer a sus padres, honrándolos en todo lo que hacen, mientras que se anima a los padres a amar a sus hijos y disciplinarlos con amor. Una vez más, el equilibrio en las relaciones entre padres e hijos es difícil. A menudo se hace mucho hincapié en cómo deben ser los niños con sus padres, sin decir mucho sobre cómo deben ser los padres con sus hijos. Los padres deben alentar y enseñar a sus hijos con amor y deben disciplinar a sus hijos no con ira y hostilidad sino con corrección y compasión. Disciplina con amor. Como cristianos debemos saber que debemos amar a nuestros hijos como Dios nos ama.
Se alentaba a los sirvientes, personas empleadas, a ser leales a sus amos. En esta era en la que vivimos, podemos aplicar esto a nuestras vidas en el trabajo. Debemos mostrar nuestra lealtad a nuestros jefes, tomando nuestro trabajo en serio y no solo para ganar favor ante sus ojos. La sinceridad en nuestro trabajo hablará mucho más que cualquier cantidad de trabajo que intentemos hacer.
No se gana nada tratando de hacer daño a las personas que nos rodean. Sólo creará conflictos. Debemos desear amar a todos los que nos rodean, no solo porque se nos ha dicho que lo hagamos, sino por el amor que Dios nos mostró primero. En general, debemos saber que amarnos unos a otros es el deseo más profundo de Dios para nosotros. Dios lo alienta grandemente y recompensará a Sus hijos que siguen sus instrucciones.
Oración:
¡Padre Celestial, gracias por darnos instrucciones claras para las Relaciones Amorosas y Armoniosas! Ayúdanos a aceptar y obedecer tus instrucciones todos los días. Y con Humildad pide discernimiento y sabiduría cuando enfrentemos desacuerdos o conflictos. En el nombre de Jesús oramos. ¡Amén!
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