“Finalmente, todos ustedes, tengan ideas afines, sean comprensivos, ámense unos a otros, sean compasivos y HUMILDES. No devolváis mal por mal ni insulto por insulto. Al contrario, devolved el mal con bendiciones, porque a esto fuisteis llamados para heredar una Bendición. Porque el que quiera amar la vida y ver días buenos, debe guardar su lengua del mal y sus labios de las palabras engañosas. Deben apartarse del mal y hacer el bien; deben buscar la PAZ y perseguirla.”
1 Pedro 3:8-11
Meditación:
Cuando tratamos de vivir nuestras vidas de acuerdo con los impulsos inspirados por el orgullo y nuestros egos, simplemente nos estamos preparando para el fracaso. No hay nada bueno que pueda venir de pensar que sabemos más que Dios. Cuando tratamos de apresurarnos a buscar oportunidades para las que no estamos preparados, simplemente terminamos preparándonos para la vergüenza.
En el mundo actual, las personas están acostumbradas a la gratificación instantánea, creen que merecen obtener lo que quieran cuando lo deseen. Esta no es una manera sabia de vivir. Cuando esto sucede, ignoramos las instrucciones de Dios y elegimos seguir nuestro propio camino porque creemos que es mucho mejor que el camino que Dios ha planeado para nosotros. Pero esta es la verdad: no podemos hacer nada significativo sin Dios. Si tratamos de vivir nuestras vidas en nuestros propios términos, significa que le estamos dando la espalda a Dios.
La humildad significa que reconocemos el liderazgo de Dios sobre nuestras vidas y cómo no somos nada sin él. La humildad reconoce que, por nosotros mismos, no somos los súper seres que creemos que somos. Si lo fuéramos, no habríamos necesitado a Dios para salvarnos de nosotros mismos.
Cuando elegimos humillarnos bajo el liderazgo de Dios y, en cambio, elegimos seguir su guía, caminaremos en el camino correcto. Nuestro tiempo de reconocimiento o apreciación llegará a su debido tiempo. Cuando suceda, no lo trataremos como si fuera el todo y el final de todas nuestras vidas porque seremos plenamente conscientes de lo que realmente importa: Dios y Su voluntad para nuestras vidas.
Cuando tratamos de acelerar el proceso, terminamos retrasándolo debido a los errores que inevitablemente cometimos.
Es mucho más gratificante dejar que Dios te guíe. Esto también evitará que experimentes situaciones embarazosas que podrían haberse evitado.
Oración:
Nuestro Padre Celestial danos sabiduría para vivir bajo tu voluntad. Condúcenos cada día con tu Espíritu Santo a vivir en armonía, en humildad, buscando la Paz y persiguiéndola. En el nombre de Jesús oramos. ¡¡¡Amén!!!
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