Entonces el Señor le dijo a Isaías: “Sal… al encuentro de Acaz… dile: Ten cuidado, mantén la calma y no temas… Si no te mantienes firme en tu fe, no te mantendrás firme en nada… Ella virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel…” Isaías 7:3-17
Meditación:
Isaías es uno de los profetas más influyentes e importantes de la Biblia.Vivió unos 700 años antes del nacimiento de Cristo, durante un tiempo tumultuoso para el reino de Judá. Es una de las pocas personas que pudo prever el futuro a través de una conexión con Dios, prediciendo muchos de los resultados más importantes que ocurrirían siglos después. En estos versículos, Isaías está hablando con el nuevo rey de Judá, Acaz, quien está atrapado entre la espada y la pared con varios ejércitos que vienen a invadir su reino. Probablemente en sus 20 años, Acaz no sabía qué hacer y buscó consejo con el sabio Isaías.
En estos versículos, Isaías ha intentado ayudar a Acaz, ofreciéndole guía espiritual, lo que Acaz rechaza. Acaz estaba tratando de pensar en una forma de salvarse a toda costa, dispuesto a hacer alianzas con enemigos para salvar su propio pellejo. Isaías quiere enviar un mensaje a Acaz y al reino de Judá, y hace su proclamación aquí para asegurar al pueblo de Judá del pacto que sus antepasados hicieron con Dios.
En retrospectiva, puede parecer que Acaz es un tonto, pero ¿qué hubieras hecho diferente? Acaz no sabía lo que sucedería y no tenía una fe fuerte en la que confiar. Isaías había construido una base sólida basada en la fe en la que podía confiar en tiempos difíciles. Como Isaías, necesitamos fortalecer nuestra relación con Dios para que cuando veamos los ejércitos de nuestros enemigos, del pecado y de la tentación, seamos fortalecidos por la fe, sabiendo que nuestro Dios no nos abandonará.
Oración:
Padre celestial, te pedimos que fortalezcas nuestra fe hoy y todos los días. Sabemos que no siempre hemos sido fuertes, hemos dudado y hemos pecado ante tus ojos, oh Señor, y te damos gracias por ser tan misericordioso y paciente. Nos has dado una oportunidad, incluso una segunda oportunidad, y no la desperdiciaremos ni te seremos infieles. Queremos agradecerte por darnos estas oportunidades, a través de tu unigénito hijo Jesús, en su nombre oramos. ¡Amén!
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