Jesús llamó a la multitud: “Escuchen”, dijo, “y traten de entender. No es lo que entra en tu boca lo que te contamina; estás contaminado por las palabras que salen de tu boca.” Mateo 15:10
Meditación:
Jesús dijo una verdad muy profunda aquí. En los tiempos del Antiguo Testamento, las personas estaban más preocupadas por las cosas que comían. La comida era una parte importante de la Ley de Moisés. Fue la forma en que los hijos de Israel se separaron de las naciones gentiles idólatras, para evitar ser influenciados por ellas, lo que sucedió en varias ocasiones. Había alimentos particulares que se consideraban limpios, que eran los alimentos que debían comer. También había alimentos que se consideraban inmundos: los judíos no debían tocarlos, de lo contrario serían contaminados. Dios nunca ha estado bien con la idolatría.
Pero, cuando Jesús vino a la tierra, cambió el enfoque por completo. En lugar de volver a enfatizar la limpieza y la impureza de los alimentos, Jesús elevó el listón y le dio a la gente un estándar más alto para vivir. Les informó que cualquier cosa que entrara en un hombre - comida, palabras, etc. - no era capaz de contaminarlo. Dijo que es lo que salía del hombre lo que lo contaminaba, refiriéndose a las palabras y acciones de un hombre.
Cuando lo mires desde un punto de vista claro, te darás cuenta de que la comida que la gente comía no era lo que los hacía impuros. Era a lo que conducirían esos alimentos: adoración de ídolos, actos extraños, etc., lo que los contaminaría. La gente, sin embargo, se había perdido esto por completo.
Esto todavía se aplica a nosotros hoy. Hay tantas influencias externas que son capaces de afectar la forma en que actuamos. Pero aquí no es donde debería estar nuestro enfoque. Nuestro enfoque debe estar en las actitudes y creencias que poseemos, y las palabras y acciones que siguen. Si tus palabras y acciones son dañinas y no dan gloria a Dios, entonces estás actuando de manera contraria. Si tus acciones y palabras son justas y glorifican el nombre de Dios, entonces estás andando por un camino verdaderamente digno. de la vocación a la que has venido.
Como dijo Jesús: “El que tiene oídos para oír, que oiga.” Lucas 8:8
Oración:
Padre nuestro que estas en el cielo, ayúdanos con tu Espíritu Santo a abrir nuestros oídos espirituales para ESCUCHAR y COMPRENDER tu palabra. ¡Ayúdanos a ponerlo en práctica en nuestra vida diaria, compartiéndolo con Amor a los demás…! Oramos en el maravilloso nombre de nuestro Señor y Salvador Jesús. ¡¡¡Amén!!!
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