“Ahora a ÉL que es CAPAZ de hacer inconmensurablemente más de lo que pedimos o imaginamos, de acuerdo con Su PODER que actúa dentro de nosotros”. Efesios 3:20
“Y cuando los israelitas vieron la mano poderosa de Jehová desplegada contra los egipcios, el pueblo temió a Jehová y puso su CONFIANZA en ÉL…” Éxodo 14:31
Meditación:
¿Crees que alguna vez has presenciado un milagro? Imagínese en la época de Moisés: habría presenciado plaga tras plaga, un milagro inexplicable tras otro (y aún así el Faraón no dejaría ir a los israelitas). ¿Cómo se sintieron los testigos de estos milagros? ¿Miedo, asombrado, confundido?
En el Antiguo Testamento, muchos de los milagros que Dios realizó tenían como objetivo hacer que los testigos fueran temerosos y obedientes. Dios divide el Mar Rojo, permitiendo finalmente que los israelitas escapen hacia la libertad y, a su vez, matando a muchos de los egipcios. Cuando los israelitas vieron esto, "el pueblo temió al Señor y creyó al Señor y a Moisés su siervo".
¿Tienes miedo de Dios o no? Para Bernice y para mí el miedo significa reverencia, no terror. No le tenemos miedo a Dios, lo respetamos y lo amamos y sabemos que él nos ama incluso cuando cometemos errores.
La principal diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento es que Dios envió a Su hijo, Jesús, a vivir entre nosotros, para comprendernos mejor, para darnos una mejor comprensión de los deseos de Dios para nosotros y para salvarnos.
Reflexione sobre los milagros del Nuevo Testamento: ¡Jesús sana a la gente, alimenta a la gente e incluso resucita a la gente! ¿Cómo reaccionarías al presenciar estos eventos? Ciertamente quiere que le obedezcamos y le sigamos, pero ya no quería hacerlo por miedo. Envió a Jesús para transmitir su mensaje de una manera que no infundiera miedo en nuestros corazones.
Dios, a través de Moisés, dividió el Mar Rojo para que los israelitas pudieran escapar y Él pudiera detener a los egipcios. Infundió miedo en los testigos, pero permitió que los antepasados de Jesucristo sobrevivieran, permanecieran obedientes y devotos, para que el mensajero más importante, el hijo de Dios, Jesucristo, pudiera transmitir la palabra de Dios para que todos pudiéramos entenderla.
Oración:
Nuestro Padre Celestial, estamos asombrados de tu poder y gracia. Te agradecemos por permitirnos compartir tu mensaje de una manera que incluso los no creyentes puedan entender el sacrificio que tu hijo Jesucristo hizo por nosotros. Oramos para que nos concedas la sabiduría para comprender mejor tu palabra, para transmitirla mejor a los demás y la valentía para compartirla con aquellos que más la necesitan. Oramos todo esto en el nombre de Jesús. ¡Amén!
Autor: José Reyes
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